La presidenta de ese invento mediático que tanto éxito tiene llamado The Huffington Post, Arianna Huffinngton, descubre en una entrevista al diario EL PAÍS que comunicar es el nuevo entretenimiento de la gente.
Comunicar de hecho siempre ha sido un arte que, además, puede entretener, aburrir, enseñar, adormecer y educar. Una vez más, se pone de manifiesto que estamos inmersos en la era de la comunicación o, jugando a contrarios, de la incomunicación por exceso o por defectos mentales de quien es el sujeto comunicativo.
Pero nuevos interrogantes de plantean cuando de comunicar se trata. El primer nivel, el informativo en medios televisivos en especial, usa toda clase de artilugios para captar la atención del oyente y el share del controlador de audiencias. El cóctel formado por espectáculo, entretenimiento y unas gotas de información simple debe ser la combinación perfecta para sacar de la modorra a mentes que descansan. El segundo nivel, el comunicativo, puede pecar por exceso de formalismo o, sobre todo, por los excesos informales a todos los niveles. Consiguen entretener pero ni informar ni comunicar.
La educación desenmascara, se implica, deja hacer, desgrana las planificaciones estratégicas de los grandes hitos en audiencias, siembra y aún le queda por delante una ingente labor.
No, no más nuevas asignaturas. No una sobre comunicar. Una más no. Sin comunicación debe haber poca educación. No obstante, hay contenidos que ya son cruciales: aprender a comunicar, saber leer el efecto de lo que comunicas, conocer la imagen que se crea de alguien a través de las huellas en redes sociales, blogs, webs. Llegar a dominar estrategias comunicativas para conseguir objetivos.
¿O no estamos también en la era de la comunicación en las aulas de la Escuela 2.0?
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