viernes, 29 de abril de 2016

Aprendizajes después de 18 años utilizando las TIC en el aula

NOTA
Este artículo se publicó en catalán en el DIARI DE L'EDUCACIÓ el 25 de abril de 2016, con el título (enlazado con el texto original): "Aprenentatges després de 18 anys fent servir les TIC a l'aula".

A continuación se ofrece traducido al español, con el permiso de los editores de EL DIARI DE L'EDUCACIÓ.

ARTÍCULO
Traducción del original:

Parece que fue ayer y ya han pasado más de 18 años utilizando las TIC en las clases y en la gestión del centro educativo donde trabajo. Aprovechando el privilegio de la mayoría de edad tecnológica, querría compartir algunas reflexiones a título personal a partir de algunos resultados donde, para mí, aprender ha sido tanto o más importante que enseñar. Pueden servir para aportar argumentos positivos a los docentes más reacios a usar las tecnologías, para impulsar cambios metodológicos que van más allá del tipo de máquina y de herramientas que se usen en el aula y para potenciar capacidades y habilidades en nuevos entornos de trabajo y de aprendizaje, donde la creatividad y la innovación no provengan tanto del marco teórico del experto de moda como del trabajo diario de cada docente con su alumnado a pie de aula.
Hay exalumnos del instituto Torre del Palau de Terrassa que nos explican con cierto orgullo cómo hace algunos años les enseñaron a hacer blogs al  profesorado universitario de Comunicación, a utilizar herramientas de búsqueda de Google y otras para fomentar el trabajo colaborativo. Dominaban los recursos gracias al trabajo aprendido en nuestras clases, algunas dedicadas a la lengua aplicada al periodismo digital cuando aún era incipiente entre los mismos medios de comunicación. Otros se han sabido posicionar en el marketing digital y en la creación de Apps, algunas de las cuales, premiadas en algún concurso y dadas a conocer en congresos de salud, se sospecha que fueron copiadas por empresas multinacionales las comercializaron. Muchos nos siguen en Facebook y presumen del camino que les abrimos hace años en un mundo digital en el que ahora se mueven muy bien. Fueron educados en la competencia digital.
También hemos tenido profesorado que ya sabía mucho; otros que no: se iniciaron con las TIC en el instituto, se atrevieron y continúan aprendiendo. El trabajo de los docentes ha sido fundamental: aprender y enseñar son procesos simultáneos y compartidos con el uso de las tecnologías. A veces pienso en todo lo que yo he aprendido gracias a este proyecto: todo un privilegio. En cierta medida, me ha ayudado a cambiar como docente y como persona. Trae consigo más trabajo pero es más gratificante, atractivo y conecta con la evolución del mundo. Compensa cuando ves alumnos entusiasmados, necesitados de docentes mediadores que los orienten, capaces de conseguir resultados sorprendentes y compartidos en la red.
Muchas familias se iniciaron en el mundo digital cuando sus hijos e hijas vinieron al instituto a comenzar la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO). Se relacionaron con la compra en línea, vía web, porque desde hace tiempo es la única forma de adquirir los libros y materiales digitales. Un buen número de familias también tuvieron su primer correo electrónico con nosotros, ya que desde hace unos cuantos años solo nos comunicamos por esta vía. Y ahora siguen la actualidad del centro y de sus hijos e hijas consultando nuestra página en Facebook, en Twitter, Youtube y con la App gratuita que descargan en su móvil. Después de 18 años, creo que el uso de las TIC en las aulas incrementa la formación digital de las familias.
Aprendemos de alumnos que nos enseñan recursos, descubren herramientas, crean blogs, webs, robots, programan, se ayudan, construyen drones, Apps, trabajos artísticos, herbarios digitales, experimentan, utilizan nuestras impresoras 3D, aprenden idiomas y otros conocimientos a través de Internet (autoaprendizaje), descubren que las redes sociales también sirven  para aprender y para estar informados, y todo porque se les intenta fomentar el sentido de la curiosidad, la innovación y la creatividad  cada vez desde más asignaturas. Pueden ejercer su responsabilidad diaria con una wifi abierta, utilizando sus ordenadores y teléfonos móviles. Te sorprenden, aprenden y te enseñan y también, por que no decirlo, algunas veces se ha dado algún comportamiento digital que ha sido un revulsivo para reflexionar y establecer líneas de mejora. No todo es maravilloso ni perfecto, las tecnologías por sí mismas también tienen sus peligros pero la función de los centros es prevenir desde la educación. Aprendemos entre los profesores y las profesoras que trabajamos a diferente ritmo, con momentos para formarnos entre iguales cuando surge la necesidad, y somos capaces de no perder los nervios y de buscar planes alternativos cuando la conectividad de los 1.200 aparatos diarios y a la vez ralentiza la red.
Podría escribir aquí un extenso marco teórico y una memoria de cierta profundidad para valorar estos años desde un punto de vista pedagógico, sociológico y comunicativo, como profesor que siempre ha trabajado con las TIC y como gestor del proyecto. Enumeraría también el listado de dificultades superadas y de otras en vías de solución. Pero no me extendería demasiado en aquella pregunta perversa que más de uno de los llamados Expertos nos ha hecho en las visitas al centro o en congresos y jornadas a las que hemos sido invitados: “Pero…¿vuestro alumnado aprueba más con el uso del ordenador en clase?” Nunca la hemos respondido porque el interrogante es bastante explícito: lo dice todo.
En otras ocasiones he realizado valoraciones públicas que aún son vigentes, fruto de la reflexión desde la practica del aula, en las que defiendo que las TIC ayudan a humanizar la educación actual. También he puesto sobre la mesa del alumnado el reto de pensar si seremos o no más humanos desde futuros tecnológicos. Vivimos en una sociedad donde el reto digital forma parte de nuestra existencia diaria. El mundo educativo está buscando nuevas fórmulas para acercarse al alumnado de hoy y hacer que el proceso de aprendizaje sea más competencias, atractivo y conectado con las demandas de la sociedad a la que prestarán sus servicios. Los centros se han de transformar en la era digital si no quieren quedar desconectados, no solo de la tecnología sino también de las formas de trabajo y de aprendizaje continuo que se piden en el mundo laboral.
Aprender y enseñar son procesos que viajan juntos y nos afectan a todos. Los docentes tenemos la suerte de disfrutar de los dos y poder extraer conclusiones tan significativas como las del maestro César Bona, finalista en el Global Teacher Prize, cuando se refiere a aquello que ha aprendido enseñando.

Después de 18 añis usando las TIC en el aula, el futuro se rpesenta apasionante y lleno de cambios a los que nos hemos de adaptar. Como decía el fundador de Amazon, Jeff Bezos: “Nos preguntan qué cambiará en 10 años, pero nunca qué no cambiará”. Que no sea la educación.



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