Las pantallas generan cambios personales y sociales, no cabe duda. Si antes, al leer un libro sólo te podías despistar con el vuelo de una mosca, con una cabezada en el sofá o con el abandono de la historia por algo que cruzara por tu cabeza, hoy la reclusión aislada en lugares concretos quizá sea de los pocos recursos que nos quedan para que la atención no se vea perturbada por estímulos variados.
"Concéntrate", "Haz solo una cosa cada vez", "Atiende a lo que haces", "Cada cosa a su tiempo" eran frases aún vigentes pero de escasa actualidad si las transportamos de aquellos ambientes que estimulaban la concentración unidirecccional a las normalidades de hoy día.
El mundo adulto, de tradición analógica, ha funcionado con unos aprendizajes basados en rutinas que no sólo se repiten sino que se enseñan pensando que son la única panacea posible para saber más. Pero hoy, parte de esos adultos ya tienen variados teléfonos móviles, televisiones de diversos tamaños y calidades, tablets, músicas por doquier, ordenadores de todo tipo, paneles informativos, señales, sonidos y estímulos por doquier. Concentrarse significa adaptarse a este funcionamiento y romper con aquellos viejos consejos infantiles.
Y, si de niños de hoy hablamos, qué decir del entorno en el que viven, cómo se adaptan, lo que manejan y su mimetismo con los artilugios tecnológicos. Son capaces de desquiciar al padre y madre analógicos que no entienden cómo se puede estudiar con tanto sonido, pantallas parpadeantes, móviles, reclamos digitales mientras las tareas del profesor intentan abrirse un hueco entre reclamo y reclamo. Observar el escritorio del ordenador de un adolescente es ver una barra sin final de aplicaciones y webs preparadas para anunciar su prensencia con llamadas a la atención. Sería interesante efectuar un análisis semiótico para descifrar cómo se enlaza cada pantalla con la de al lado.
¿Se enteran de todo? He ahí la duda. Es la misma que cuando en clase un profesor cree que encontrará a un alumno despistado con la pantalla, sin saber de qué se habla y no hay manera: casi siempre también lo escicha. Todo depende de las habilidades cognitivas de cada alumno, claro.La observación directa de varios años de trabajo con las TIC hace sospechar que la atención o está adaptándose a las nuevas circunstancias o está haciendo resurgir habilidades de las conexiones neuronales que hasta ahora no habían tenido la oportunidad de mostrarse. De todo esto deben opinar los expertos pero a simple vista algo pasa.
Hoy se sospecha que se aprende de otra manera. El ya anticuado zapping televisivo que perseguía nuevos programas o huía de los anuncios ya demostraba que se podían seguir varios contenidos, a pesar del mareo que provocaba en las personas mayores. De aquel zapping surgen ahora las multipantallas, la construcción de contenidos como si fueran frames que hay que editar en un documental que son muchos a la vez.
Las pantallas, la atención, la concentración, la fijación de la mente sólo en un objetivo ha provocado que los expertos opinen y sus lectores o escuchantes aporten juicios o más elementos de valor.
Esa revolución superior a la imprenta que apunta el filósofo José Antonio Marina converge en el estudio efectuado en Tel Aviv, que dice que los adolescentes construyen de manera positiva su futuro con lo que descubren en la red. Y, en cuanto a dispersiones o concentraciones ante las pantallas,
Nicholas Carr ha creado gran revuelo con su libro "Superficiales", sobre los efectos que produce Internet en las personas, resumido el tema en un artículo publicado en EL PAIS. Por contra, el responsable de las páginas de tecnología del diario The New York Times, Nik Bilton, discrepa del punto de vista de Carr cuando habla de que los videojuegos estimulan el cerebro como los libros y sospecha que la atención está adaptándose a la realidad tecnológica actual.
Ideas para reflexionar y para prestarles atención en un mundo como el docente, donde las adaptaciones a los cambios no deberían implicar renuncias a lo que siempre ha funcionado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario